ARNALDO “MARCOLINO” MAAS
(Rotterdam, Holland, 1909 – Veracruz, Mexico, 1981)
El buen samaritano, 1949
Vitral
Colección permanente, MAB
La representación del buen samaritano proviene de una parábola que figura en el Evangelio de Lucas. Se trata de un hombre que baja de Jerusalén a Jericó y en el camino es atacado y robado por unos bandoleros que lo dejan herido de muerte. Pasan por el camino un sacerdote y un levita (de la tribu de Leví, encargado de atender el templo), pero no se detienen a ayudar. Es entonces cuando un hombre originario de Samaria, región de la antigua Canaán, se acerca y asiste las heridas con aceite y vino. En este vitral, el herido aparece acostado en el suelo sobre un charco de sangre. El samaritano está de pie, con su rostro inclinado en un acto de misericordia; extiende su mano derecha al herido y en su mano izquierda sostiene una jarra. Está acompañado de su caballo. A la distancia, se percibe un camino que conduce a una ciudad y al final, una iglesia. Para los antiguos cristianos, el buen samaritano era una metáfora de Jesús.
En 1936, el artista fue coadjutor de la parroquia Nuestra Señora del Rosario en Yauco y luego en la de Santa Cruz en Bayamón. En 1947, estudió pintura en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. En ese mismo año, fundó su taller en el Palacio Episcopal en el Viejo San Juan. En 1961, comienza a dirigir el Taller de Vidriería y Emplomados del Instituto de Cultura Puertorriqueña.